martes, 9 de febrero de 2016

Sobre las lecturas de la felicidad

¿Qué es la felicidad?,¿Cómo alcanzarla?,¿Es el dinero necesario para ser feliz?,¿Soy feliz?, todas estas preguntas parecerían un cliché en nuestros días, a simple vista parecieran ser respondidas fácilmente, pero conforme las vamos analizando más y más, las respuestas se vuelven más complejas, al punto en que no existe una única respuesta a las mismas, cada ideología propone una razón y una manera de lograr la felicidad, lo cierto es cuestión personal el saber si uno es feliz, a pesar de que todo el tiempo escuchemos a los demás decir que su situación es aún más precaria que la nuestra.

A la gran mayoría nos ha dicho nuestro padre o en su defecto nuestra madre; que hay que ser felices con lo que se tiene, que hay que valorar lo que se tiene porque hay otras personas que no son tan afortunados como nosotros y no tienen un techo fijo, que no saben siquiera si hoy van a comer, esto inmediatamente nos hace sentir mal y hasta cierto punto buscan que nos conformemos con lo que tenemos.

Esto es sin duda es una ideología muy típica de la clase media o media-baja, esto no le ocurre a los pobres pues evidentemente saben que carecen de muchas cosas que ven desperdiciarse en el día a día por el resto de las personas, consideran que estas cosas son necesarias para ser feliz o bien tuvieron estas cosas y ahora que no las tienen se condenan a la infelicidad, en cambio la clase alta enfrente una situación muy distinta, viven hambrientos de éxito, reconocimiento, y sobre todo de ingresos económicos puesto que todo el tiempo se les ha dicho que si no cuidan, administran e incrementan su fortuna, ésta desaparecerá, ellos tienen al menos una auténtica oportunidad de buscar su felicidad pero en caso de que se les ocurra fallar, que las cosas no resulten como les dijeron sus padres que serían o simplemente se queden sin dinero, la felicidad se volverá algo inalcanzable.

Es claro que hay que debemos "luchar" por más, por superar los records y en sí, el alcanzar nuestras metas nos provoca pequeños goces que podemos interpretar como momentos felices, debemos buscar la propia felicidad procurando el bien colectivo, por lo que aquella persona que antepone sus intereses por sobre la integridad ajena merece las desdichas que le sucedan.

Y es que la verdad, duele, duele que todos los días veamos imágenes de John Lennon en Facebook afirmando que de grande sólo quería ser feliz, o peor aún; frases de Marylin Monroe que las personas terminan idolatrando como si fuera alguna clase de filósofa de la era moderna. ¿Es que no podemos pensar por nosotros mismos?,¿Debemos obrar como dice un libro de hace dos mil años?, Como si las personas sacrificaran su libertad por su felicidad cuando realmente entregan su libertad a cambio de un un saco prestado de felicidad que a todos DEBE quedarle, la felicidad es responsabilidad de cada quien y se logra alcanzando las metas que cada uno se va poniendo mediante el uso racional y ético de las propias facultades. Es por ello que ya no me sorprende ver personas exitosas, intelectuales o cultos que preferirían ser otro ignorante/ pero qué cree que es feliz.

miércoles, 20 de enero de 2016

Hacia dónde creemos que vamos, "La índole tecnológica del ser humano" a través de los ojos de un estudiante

Todos lo hemos escuchado, ese sermón típico de los adultos mayores quejándose de lo poderosa que es la tecnología actual, de lo difícil que era en su época el realizar un trabajo o simplemente contactarse con el primo "Carlitos" que vivía en algún monte muy retirado de la ciudad. Acompañado siempre de una cariñosa pregunta "pues qué tanta !#@^+ haces con el celular, te vas a quedar ciego", que para el caso las pantallas los smartphones actuales son menos dañinas para los ojos que los primeros que se crearon.

  Lo cierto es que la tecnología ha avanzado a pasos agigantados en los últimos años, y año con año vemos cómo los dispositivos que adquirimos el año pasado como "de último modelo" van poco a poco quedando obsoletos, fomentamos el consumismo de tecnología en un mundo que no procesa de manera adecuada los desechos tecnológicos, donde tiramos los celulares a la basura cuando fallan y donde ni siquiera nos tomamos la molestia de colocar las pilas usadas en su contenedor correspondiente.

  Somos portadores de la enfermedad que nosotros mismos hemos creado, y esto no es un hecho de los últimos años, ni siquiera de los últimos siglos, el ser humano ha creado frenéticamente tecnología desde el momento en que existe como tal, desde que nos parecíamos a los monos, y lo seguimos haciendo, siempre buscamos mejorar lo ya existente, transformamos lo que hay a nuestro alrededor para satisfacer nuestros más vanos caprichos, ¿Cuándo será suficiente?.

  Carl Sagan solía decir; “Vivimos en una sociedad profundamente dependiente de la ciencia y la tecnología en la que nadie sabe nada de estos temas. esto constituye una fórmula segura para el desastre.” Y esto es algo de lo que mas que sentirnos orgullosos deberíamos avergonzarnos, cómo es posible que prefiramos ver nuestro celular que a la persona frente a nosotros o peor aun, que utilicen la calculadora para ver cuanto es 15 por 2, considero que ya han sido demasiadas las películas que se hicieron sobre un futuro en que la tecnología se vuelve en nuestra contra, y con merecida razón lo haría, ya ni nosotros mismos sabemos lo que tenemos, sólo nos importa el siguiente episodio de Sherlock o los followers de nuestras cuentas, y todavía te sorprendes cuando descubres que tu móvil puede encender tu TV…
  

  Es por ello que me pregunto qué tanto es suficiente para nosotros, que sin importar la época busquemos la innovación, nos aseguramos del progreso de la tecnología aunque esto signifique la recesión de la humanidad.

lunes, 18 de enero de 2016

Mi opinión sobre las reflexiones presentadas del maestro Eduardo Galeano

Supongo que es cierto, el que calla otorga y esto es más notable en Latinoamérica, donde la impunidad es cosa del día a día y donde manifestarse con el fin de exigir justicia bien te puede costar la vida, es por ello que la mayoría de nosotros preferimos mantenernos en el anonimato, en lo seguro,"con miedo a perderlo todo", pero no Eduardo, él era un claro denunciador de la justicia, un vocero de la verdad, aunque esta doliera, y hoy a más de 8 meses de su muerte tuve la oportunidad de leer algunos fragmentos de su obra "La escuela del mundo al revés".

   En este libro nos muestra un sin número de paradigmas que se viven en América latina y que nos negamos a romper, el autor toca temas de ideologías características de cada una de las zonas y clases sociales que investigó, en lo personal me siento identificado en el apartado de la clase media pues toda mi vida he crecido bajo la idea de que es imposible sobrevivir a este mundo si no se trabaja ni se estudia, que hay que ser agradecidos de que se tiene qué comer y que no hay que envidiar a los de las clases altas pues estamos en una posición privilegiada sobre los pobres, sector del que cuentan, es difícil salir.

  Esto me molestó, cómo podía ser posible que nombrara a los de mi clase como los menos libres de todos, común grupo temeroso que miraba hacia abajo con repugnancia y hacia arriba con ojos brillosos, como si los de la clase alta fuesen alguna clase de dioses o sabios, cuando en realidad hay tanta gente tarada con dinero que tienen que depender de la administración de otra persona para no malograr sus fortunas.

   Pareciera que en dicho fragmento se ha olvidado de la buena voluntad de los hombres, de los deseos de superación y de aquellas personas que logran grandes cosas a pesar de su origen humilde o que prefieren donar su dinero a vivir en una vida vacía de opulencia, lo cierto es que este mundo está tan lejos de la justicia como del astro más cercano, pero son estos pequeños destellos de inconformidad y el seguimiento que se les da los que logran un cambio en el mundo, pasemos la voz y obremos con el fin de acercar a latino América a la justicia y después al mundo.